martes, 24 de marzo de 2009

Fiji Vol.3 "Una Nota, Una Palabra, Una Imágen"

Diccionario básico de Fijiano: Aprende viendo amanecer.

Bula, Hola, Vida

Binaca, Gracias
Lailai, Pequeño
Levu, Grande
Io, Si
Sega, No
Nayacaqu, Me llamo
Savaka Dabatico, Cómo estás
Au Domoni Ico, Te quiero

Fiji Vol.2 "Un paseo hacia..."

Nanuya Lai Lai es una pequeña isla en la región de Yasawa, al noroeste de Viti Levu (la isla principal), popular por ser una de las localizaciones donde se rodó la película "El Lago Azul". En el lado Oeste de la isla hay un resort con todas las comodidades, en el Este, un poblado con dos "albergues", por llamarlos de alguna forma. De hecho, quizá decir poblado sea ambicioso, no estoy seguro de que la gente que vive allí tenga esa idea sobre el lugar en el que viven. En cualquier caso, un grupo de gente que subsiste como puede.
Tras una noche en la que degustamos una estupenda cena y bebimos Kava, la bebida tradicional de Fiji, nos levantamos con ganas de aprovechar el tiempo. Dan Vuti tuvo el primero de los detalles que le definen como una gran persona, se vino con nosotros para enseñarnos la isla. Probablemente también estaría preocupado de que nos pasara algo... 

Nick (no se si se escribe así o si es su auténtico nombre), un chavalillo encantador que vivía en la isla, de él hablaré más adelante. 
Comenzamos el paseo bordeando la playa.
Continuamos hasta el final de la playa, que finalizaba en una especie de marisma que dividía la isla en dos, la bordeamos siguiendo las indicaciones de Dan Vuti.
¿Hasta dónde subirá el agua?

Increíblemente llegamos hasta el lugar que veis abajo y no creo que estuviera dirigido a turistas (que también). Dan Vuti no parecía muy animado a dar muchas explicaciones sobre ello, sencillamente no se podía pasar y no había la más mínima mención de adentrarnos en esa parte de la isla. Me pregunto qué pensaría cuando se enteró que parte de la isla (o la isla de al lado), había sido comprada y se prohibía entrar en ella. En la foto de arriba, el lado izquierdo es privado y el derecho no. Más tarde le propusimos invadir la isla y echar al dueño, pero Dan Vuti se lo tomó a broma...  
Continuamos bordeando la playa, hasta la esquina en donde ya nos hubiéramos adentrado en la zona del resort, no había problema en ello, pero a nadie nos apetecía seguir hasta allí, además la vista estaba estropeada con un barco enorme atracado cerca del resort.
Decidimos darnos un baño y perrear un poco antes de volver para comer. Alguno se calentó e intento, fallidamente, alcanzar a nado la isla de enfrente, que estaba más lejos de lo que parecía. 
Después de unos baños, unas charlas y unas risas regresamos al poblado. El retorno se desarrolló sin incidentes, aunque la marea estaba subiendo e hicimos el paso de la marisma con bastante agua. Por la tarde Dan Vuti nos llevó, esta vez con la barca, hasta el resort para que alquiláramos gafas y tubos para hacer snorkel en los corales y por la noche después de cenar montamos una fiestecilla a orillas del mar con fuego y todo. El caso es que no cargué con la cámara constantemente, algunas veces porque peligraba su integridad, otras porque prefería disfrutar a estar buscando disparos, sea como sea, Fiji se merece un Bonus Post con las fotos del resto, que reflejarán más partes del viaje.

lunes, 9 de marzo de 2009

Fiji Vol.1 "Introducción y primeras experiencias"

Lo cierto es que nunca pensé que tendría la oportunidad de visitar uno de esos paraísos, más propios del celuloide y documentales sobre viajes a lugares remotos, que de la vida real, como son las Fiji. Lo cierto es que en mi platónica y deformada idea sobre estos paraísos no tenía cabida la pobreza que encontramos al otro lado del turismo y los resorts. Lo cierto es que, de toda la experiencia, lo más gratificante fue compartir unos días entre la humildad de los habitantes de Seaspray, pero de ello hablaré más adelante.

Bienvenidos a Fiji.
 
Aterrizamos en el aeropuerto internacional de Nadi y enseguida nos dieron la bienvenida colocándonos un collar de conchas, así también nos comenzamos a familiarizar con la palabra ¨bula¨, una palabra-expresión multiuso, que entre otras acepciones significa hola. El plan estaba claro, teníamos que buscar un taxi que habíamos reservado para que nos llevara al puerto, donde nos recogería un watertaxi para llevarnos a la primera isla que visitaríamos. De camino, algunas instantáneas desde el coche, reflejaron una realidad que dejaríamos atrás por unos días.
Fiji es un país insular situado en el Pacífico, a la derecha de Australia. Esta compuesto por 322 islas de las cuales un tercio están habitadas aunque también cuanta con más de quinientas islas o islotes menores. Las dos principales islas se llaman Viti Levu y Vanua Levu, y en la primera se encuentra la capital, Suva.

La población del país es de algo más de 900.000 habitantes, de los cuales el 80% se encuentran en las dos islas principales, siendo Viti Levu la más poblada acogiendo a dos tercios de la población.

La población en a actualidad se compone en su mayoría de fijianos nativos e indo-fijianos, estos últimos traídos por los británicos para trabajar durante el siglo XIX. Aunque se han encontrado evidencias arqueológicas que establecen los primeros moradores de las islas hace más de 3000 años.
La historia contemporánea del país está ligada al colonialismo inglés. Los británicos sometieron a las islas en 1874 y no fue hasta 1970 cuando se le concedería la independencia, aunque la Reina Madre seguiría reinando en el país. Tras dos golpes de estado en 1987 se declaró la República, la razón de los golpes fue porque se percibía que el gobierno estaba dominado por los indo-fijianos, el golpe se tradujo también en una pérdida de población ya que muchos indios emigraron de las islas. En 1997 se promulgó una nueva Constitución que fue apoyada por la mayoría de líderes, tanto nativos como indo-fijianos, que desembocó en la readmisión en la Commonwealth.
La situación política del país es muy inestable, en el año 2000 se produjo otro golpe de estado, de nuevo contra un gobierno liderado por indo-fijianos y más tarde en diciembre de 2006 tuvo lugar otro, esta vez en contra de un gobierno indígena al que se le acusaba de corrupto  racista. El comodoro Bainimarama se hacía con el poder y tras devolver la Presidencia a Josefa Iloilo ésta le nombró Primer Ministro. Desde entonces, la comunidad internacional, especialmente la UE, Australia y Nueva Zelanda, han venido presionando y amenazando con distintas medidas, como sacarles del Tratado de Cotonou y abolir sus privilegios de exportación de azúcar (principal industria en el país), a la UE, sino se celebraban elecciones bajo la tutela de observadores internacionales. En la última visita de una delegación de la UE se acordó que en marzo se celebrarían elecciones, pero éstas se están demorando y actualmente no existe una fecha para su celebración.
Pero de momento dejemos de lado la información general del país y volvamos al viaje en si. 
Llegamos al puerto donde esperamos un ratillo a que nos vinieran a buscar, el primero de los destinos era Beachcomber, que significa algo así como vagabundo de playa. La verdad que no me preocupé de nada en la organización del viaje, así que apenas sabía nada de los sitios a los que íbamos.  De todas formas el momento, el lugar y el ánimo del equipo hacían el momento emocionante antes de salir de puerto.

Una vez a bordo y de camino el ánimo se disparó, creo que fue el instante en el que asimilamos dónde estábamos, bueno eso y las primeras litronas que nos ventilamos gustosamente durante el viaje. Al cabo de un rato y de alucinar con todas las islillas que íbamos pasando, divisamos nuestro primer destino, Beachcomber.
La recepción en la isla, vista con perspectiva, fue emotiva a la par que desconcertante. Una comitiva se acercó a la playa mientras nos bajábamos del barco, cantando con guitarras, mientras otros recogían nuestro equipaje para llevarlo a las habitaciones. El mensaje era claro, hay alguien que lo hará por ti, estás aquí para sentirte atendido.
Nos registramos en recepción y nos dirigimos a nuestras habitaciones, dos cuartos pegados con cuatro camas cada uno y baño. Afuera una terraza con hamacas para perrear.
Todo el suelo de la isla, excepto las habitaciones era arena de playa, las sandalias enseguida perdieron razón de ser. Enseguida nos calzamos el bañador para catar las bondades de las aguas fijianas.
Había varios caminillos como el que veis a continuación que comunicaban los distintos edificios de la isla, todo muy cuco, una mezcla perfectamente equilibrada entre sentirte Robinson en una isla paradisiaca y desierta, sin ninguno de sus inconvenientes o incomodidades.
Nos dimos ese ansiado baño y comenzamos a rodear la isla.

Nos lo tomamos con calma, porque podríamos haber dado la vuelta en cinco minutos, pero nos dejamos llevar por el atardecer y la compañía. El tiempo se había detenido, así que... ¡que más daba!



Más tarde, nos fuimos a cenar. Un buffete con cosas bastante ricas, algunos repetimos varias veces, amenizado por una banda que interpretó grandes versiones para deleite del personal.
A continuación la zona de bar y comidas, como veis, sobre arena. 


Y a continuación, no podía ser de otra manera, entretenimiento edulcorado con grandes dosis de horterismo, que paradójicamente, en tu país es para guiris de mierda, pero una vez convertido en uno de ellos, en un sitio ajeno, no resulta tan malo. Me pregunto qué pensarán todas esas personas que se dedican a la animación de huéspedes en lugares turísticos y no puedo evitar recordar a Slurm Mckenzie (Futurama), y sus ansias de descansar y vivir tranquilo...
Sea como sea, una vez más me tuve que tragar la Macarena y una vez más, me arruinó la noche. Maldito sea el imbécil que exportó una vergüenza nacional a un lugar remoto y tranquilo...
Como veis no falto el limbo etílico y en serio, esa peña tiene que estar bastante harta de lo mismo, prueba de ello fue que cuando parecía que se podía alargar, enseguida empezaron a bajar el listón y no perdonar el más mínimo error... 
Al día siguiente estuvimos al borde de la hecatombe, nos dijeron mal la hora a la que pasaba el ferri que debíamos abordar para ir a la isla en la que pasaríamos el resto de los días. Cuando llegamos a recepción el barco se alejaba de la playa. Intentamos decirles que llamaran al barco y nos acercaran con una de sus lanchas, pero las cosas en Fiji van lentas, eh Fiji time.
Así vimos como el barco se alejaba y las esperanzas de alcanzarlo se perdían con el horizonte. Nos aferramos a que nos habían dicho la hora mal y fuimos a protestar, no estaba preparados para ello... Después de debatir con el personal pedimos que viniera el encargao. Expusimos la situación y nos dejo esperando una hora y pico mientras hablaba con el dueño, después de convencerle de que a la isla a la que íbamos existía y que no era culpa nuestra haber perdido el barco. Después de varias ofertas que rechazamos porque significaba quedarnos allí un día más, y un último speech magistral del camarada Juanjo, que podría haber conseguido un suicidio colectivo, nos dijeron que nos llevarían con uno de sus botes a la isla, y encima nos dieron de comer por la jeta.  
Esta comitiva vino a despedirnos cuando nos marchamos, no se cuánta gente trabajaría allí, pero tenía que ser mucha, imagino que pagando alrededor de un euro la hora, da para contratar a mucha gente... Por cierto, si no recuerdo mal, nosotros pagamos alrededor de 130 dólares por persona para pasar una noche (cena y desayuno incluidos).
De esta manera, montando escenita, dejamos Beachcomber y pusimos rumbo a Nanuya Lai Lai, la isla donde nos esperaba Dan Vuti, para pasar el resto del grueso del viaje.


Durante el viaje, que se alargó hasta las cuatro horas, pasamos por lugares increíbles, cada uno de ellos invitando a hacer una parada imposible.


El caso es que Nanuya, no era familiar para los marineros que nos acompañaban, y fueron varias las veces que tuvieron que preguntar a algún paisano que nos encontramos pescando por el camino. No entendíamos nada, ya que hablaban en Fijiano, pero bueno, tiene que ser bastante bizarro preguntarle a alguien en medio del mar donde está tal isla. Yo por lo menos, que soy de secano, no me veo preguntando: "hey pa ir a esta isla ¿por dónde?"
Felizmente y cuando el viaje comenzaba a ser pesado, llegamos a Nanuya Lai Lai, donde nos recibieron de un forma cálida, pero sin parafernalia. Conocimos a quien sería nuestro padre por unos días y el resto de la familia. 
Esta sería la choza de una parte del grupo, ¿electricidad?, para qué, todavía existen los candiles. Personalmente, algunos ya os lo imaginaréis, el viaje aumentó enormemente de interés sólo con ver la choza tan guapa en la que íbamos a pasar esos días y el hecho que de alguna manera habíamos dejado de se guiris, para ser viajeros y, que cojones, la certeza de que allí no oiría la Macarena.  
En la foto de abajo, los marineros, Dan Vuti y su hermano.